Era una tarde radiante, el sol dejaba ver sus últimos rayos del día y estos penetraban por las ventanas abiertas de cierta cafetería.
Allí se encontraban Yimei y Keyla, Eiri había vuelto a salir. Aquello ya se había convertido en un hábito, por lo que ya no preocupaba a Yimei. La otra chica ya sabía adónde iba el felino, además de que esa no era su mayor preocupación en esos momentos. Lo que más le preocupaba era el aviso del inminente cierre de la cafetería, Yimei no conocía este dato y por ello seguía igual de feliz que siempre.
A Keyla le alegraba que su jefa y amiga fuese feliz, pero debía conocer la verdad antes de que fuese demasiado tarde y no pudiesen remediarlo.
En ese momento estaban atendiendo a Lianndra que acababa de llegar, pero algo había borrado su sonrisa y su confianza habituales. A la chica no le apetecía bromear o alborotar como solía hacerlo normalmente, estaba totalmente apagada. No parecía ella.
-Lianndra, te noto rara, ¿qué es lo que te ha pasado?-
-A mí nada… Pero han secuestrado a Victoria y no pude ayudarla. Soy una inútil total…-
-¡No digas eso! Hiciste todo lo posible, ¿no? Pues ya está. Tranquila, seguro que está bien.-
-Pero… ¡No estuve a la altura! ¡Prometí que la iba proteger y no he sido capaz!-
Yimei salió de la barra mientras la chica hablaba y cuando dijo la última palabra, la abrazó.
-Cálmate, estará bien. Seguro.-
-¿Cómo lo sabes? ¡No puedes decirlo tan a la ligera!-La chica estaba al borde de las lágrimas.-
-Lo sé y ya está.-
Lianndra no se había dado por satisfecha con esto, pero se limitó a corresponder el abrazo de la mujer.
Keyla sonrió con tristeza al ver la situación, ella no era la única que lo estaba pasando mal.
En esos instantes, la campanita de la puerta sonó cuando parecía que ya no iba a entrar nadie y Dirian se presentó en la cafetería.
Su rostro también parecía más oscuro de lo normal. Seguramente, al igual que Lianndra, él estaría preocupado por el secuestro de su amiga Victoria.
Se sentó en un taburete de la barra sin mediar palabra, lo único que hizo antes de sentarse fue mirar con preocupación a Lianndra que lloraba en silencio abrazada a Yimei.
-Se ve que lo estáis pasando muy mal…-Opinó Keyla.
-Por supuesto, ¿cómo estarías tú si secuestrasen a alguien importante para ti..?-Dijo Dirian.
Keyla se asombró un tanto ante aquella respuesta y pensó en ello. Sí, seguramente estaría igual o peor en una situación así… Aunque, pensándolo bien, estaban a punto de “secuestrar” El Nica’s para siempre, se acabarían aquellos divertidos días con Yimei, Eiri, Mónica y los chicos y chicas de Glishes… ¿Cómo podía evitar ese destino fatal? No lo sabía y por muchas vueltas que le diese no lograba encontrar una solución efectiva. Sin darse cuenta, las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas y vio como Dirian se revolvía incómodo en su sitio.
-Lo siento… no pretendía…-
La chica se llevó las manos al rostro, confusa.-No… Ah… N-no es culpa tuya.-
-Aun así he de disculparme…-
-Yo también, he sido una estúpida al decir aquello…-
-No, fui yo el que te respondió de malas maneras, no debes disculparte.-
Yimei se despegó de Lianndra para anunciar algo.-¡Arriba ese ánimo todos! ¡Así no conseguiréis nada! ¡Debéis levantaros y luchar por lo que queréis, no podéis rendiros tan pronto! Si secuestran a una amiga, haced todo lo posible por rescatarla, si os va mal en el amor y queréis conquistar a vuestro alguien especial informaos de qué le gusta y regaládselo!-Esto último lo dijo mirando a Keyla y guiñando. Keyla se sonrojó, sabía que Yimei se refería a Andrew, pero no lloraba por mal de amores y… ¡Desde luego no le gustaba aquel chico!
Yimei siguió gritando eufórica para intentar animar el ambiente y subir el estado de ánimo de los tres jóvenes, cuando,repentinamente, una especie de pequeño loro amarillo entró en la cafetería por una de las ventanas abiertas y dio un par de vueltas sobre sus cabezas, en la segunda de estas, el loro soltó una especie de mejunje blancuzco que cayó de lleno en la cabeza de Yimei, este mejunje no tardó en chorrear por su cara. El loro se fue tan misteriosamente como había entrado.
Se hizo un extraño silencio y Yimei fue sonriendo con asco poco a poco. De repente, los tres jóvenes restantes estallaron en carcajadas, lo que acababa de pasar era increíble; un pájaro había entrado por una ventana, los había sobrevolado y había soltado “sus necesidades” sobre la cabeza de la jefa del lugar.
-¡N-no le veo la gracia!-Gritó la mujer afectada por el “ataque” del ave.
-¡Anda que no! ¡Un pájaro ha entrado y te ha echado una cagarruta en la cabeza!-Lianndra seguía riendo.
-¡Disculpa mi grosería!-Decía Dirian entre risas.-¡Pero reconoce que ha sido del todo inesperado!-
Keyla no podía ser menos.-Yimei…-Se intentaba aguantar la risa en vano.-Deberías darte una ducha antes de que se seque.-
-¡Aaaaargh! ¡No, que no se seque, por favor!-Decía mientras miraba hacia su cabeza y movía rápidamente los brazos a su alrededor.-¡Chi-chicos! ¡Recordad ser positivos y no rendiros nunca! ¡Hasta ahora!-Se despidió mientras entraba a la parte de atrás de la tienda, lugar donde se encontraba su casa.
Los tres jóvenes siguieron riendo unos minutos sin poder evitarlo, el recuerdo del momento asaltaba sus mentes y no podían evitar volver a reír. Igual por sucesos como ese habían inventado lo que se conoce por el término de “edad del pavo”. Lo que estaba claro es que ellos la estaban pasando.
Cuando se calmaron un poco, Keyla comenzó a preparar las tilas mientras charlaban.
-Si Tyler estuviese aquí sería como en los viejos tiempos.-Dijo Dirian.
-¿Y quién lo necesita?-
-Yo creo que tú lo necesitas, Lianndra.-Agregó Keyla.
-¿¡Y-yo!? ¡Para nada! ¡Quita, quita! ¡Qué pesadilla!-
Dirian sonrió ante la reacción de su amiga, sabía que ella nunca decía lo que sentía realmente. Era una chica tímida y asustadiza por dentro, a su alrededor solo había un caparazón que había formado para protegerse y resguardarse en caso de verse amenazada por algo o alguien y pocas veces salía de él para mostrar su verdadera personalidad.
Eso era lo que le habían enseñado esos años siendo amigos.
-¿Y vosotros nunca habéis sentido un afecto especial por el
otro?-Preguntó Keyla haciendo que los dos la mirasen con verdadero asombro.-Como os conocéis desde hace tiempo y eso...-
-No, nunca la vi como otra cosa que no fuese una amiga, como mucho… una hermana.-
Lianndra no contestó.
-¿Lianndra?-Insistió la joven trabajadora del local.
-Esto… Yo… ¿A qué niña del reino no le ha gustado alguna vez el apuesto y rico príncipe?-
Dirian se quedó a cuadros.-¿Respondes con sinceridad?-
-Sí, lo he hecho. Todas se enamoran de él, sí. Pero si lo llegasen a conocer como yo…-
-¡Oye, no seas mala!-Indicó Keyla.
-¡Es la verdad!-Se quejó la pelirroja.-Además… Me gustaba cuando no lo había reconocido como príncipe, cuando lo vi luchar en las prácticas… ¡E-en realidad me gustaba solo un poquitín!-La chica se tapó la boca muy avergonzada.
-Interesante, interesante…-
-Yo preferiría no haberlo sabido…-Dirian estaba completamente sorprendido. ¿Todas las chicas estaban enamoradas del príncipe? ¿Por qué motivo? En ese aspecto, él era muy inocente y no acababa de entenderlo.
-Bueno, ya tengo vuestras tilas. ¿Queréis algo más para acompañar-
Lianndra cortó la frase de Keyla para arrancar un vaso de las manos de esta y beberlo rápidamente, la chica desapareció tras soltarlo vacío en la mesa. Se notaba que quería salir de allí, igual se había pasado con la pregunta anteriormente formulada.
Dirian inclinó la cabeza a modo de agradecimiento, acto seguido cogió el vaso de la barra y lo bebió rápido pero con delicadeza. También desapareció, dejando a Keyla sola en el local y haciendo que volviesen sus preocupaciones. La chica comenzó a limpiar para distraerse y al rato, la campanita de la puerta sonó. ¿Quién sería a esas horas y cuando ya no podían aparecer más jóvenes de Glishes?
Al mirar hacia la puerta conoció la respuesta. Se trataba de una niña unos años más pequeña que Keyla, rubia con dos coletitas y unos ojitos tiernos y vidriosos, llevaba puesto un vestido rosa pastel.
-Disculpe… ¿Ha visto por casualidad un loro amarillo de este tamaño?-Decía poniendo las manos simulando un tamaño concreto.-Se me ha escapado y no logro encontrarlo…-
A Keyla le dio mucha pena la chica y decidió ayudarla. Primero se presentaron y luego dejó una nota para avisar a Yimei del motivo por el que se iba y que igual volvía tarde… El loro que buscaba la niña debía ser aquel que se coló por la ventana y manchó a Yimei.
Salieron del lugar, ya estaba oscureciendo.
Cuando Yimei volvió a la tienda sabía que la chica y el chico de Glishes ya se habrían ido, lo que no sabía es que Keyla también y que a la que se iba a encontrar allí sería a su jefa Mónica.
-¡Buenas nochees! ¿Qué haces aquí a estas horas, Mónica?-
-Yimei…-Su rostro mostraba una expresión seria.-Debo decirte algo.-
-Eeh… Adelante, pues.-
-No quería decírtelo porque pensaba que podría arreglarlo, pero no he podido… El Nica’s va a cerrar. Es inevitable…-
-¿¡Q-QUÉEEEEE!?-La joven no se podía creer lo que acababa de decir su jefa.-¡No puede ser verdad! ¿Tan de repente?-
-Llevo un tiempo intentando mantenerlo, pero no he podido… Lo siento… Ya ha sido comprado, Keyla y tú deberéis marcharos en dos días…-
-¡¿D-dos d-días?! ¡Es demasiado pronto! ¡Esto no puede estar pasando!-A Yimei se le saltaron las lágrimas sin darse cuenta. Aquel había sido un duro golpe y no podía asimilarlo, todo iba a terminar. No podía ser posible…-¡Tiene que ser una broma! ¡Y como lo sea te aviso de que no tiene NINGUNA gracia!-
-No es ninguna broma… Por desgracia…-
-Tiene que haber una solución…-
-Ya no la hay… El Nica’s ya no es de mi propiedad, lo han comprado…-
Yimei se llevó las manos al rostro sin saber cómo reaccionar. ¿Qué les depararía el futuro?