sábado, 26 de marzo de 2016

·Capítulo 35: Capturadas ·

Al abrir los ojos, a Victoria le costó acostumbrarse a la luz, o más bien, a la poca presencia de esta. Cuando pudo observar mejor, vio que estaba recorriendo un pasillo, pero no de una forma normal, estaba flotando en el aire. Se giró un poco y vio a la chica  de cabello celeste, flotando junto a ella, con expresión de rabia en su mirada.
-Buenas, veo que estás de vuelta. Menuda Heredera del Poder*... No aguantas un simple teletransporte, creo que por eso, hasta la fecha, los anteriores Herederos del Poder* fueron hombres y no simples mujeres.-
Se giró más todavía para poder ver a quién había hablado, aunque ya sospechaba quién era.
-¿Quieres moverte?- El hombre agitó la mano donde llevaba el bastón y Victoria se giró en el aire hasta quedar mirando al hombre de cabello azul oscuro a la cara.
Cada palabra que pronunciaba le retumbaba en la cabeza, le dolía horrores y, además, se dio cuenta de que apenas podía moverse, era como si algún tipo de fuerza la retuviese en una postura concreta.
-Victoria... Qué nombre más irónico. ¿Por qué me miras así?-
Tenía el ceño fruncido. Estaba a punto de preguntarle dónde estaban, quién era él y cómo sabía su nombre, pero la otra chica se le adelantó.
-¡El hechizo de teletransporte está prohibido! ¿Quién eres y adónde nos has traído? ¿Por qué atacabas a estos chicos?-
-Oh, ¿Vuelves a hablar? Ya has preguntado demasiadas veces las mismas cosas, ¿no te cansas de oír mi silencio?-
-Maldito asqueroso...-
-Mmm... Sois muy patéticas. Se ve que la gente de la misma condición se atrae la una a la otra.- Miró a la chica de pelo celeste.- Si no te hubieses metido donde no te llaman ni siquiera estarías aquí.-
-No puedo ver a gente en apuros y simplemente ignorarlos...-
-Puede que nos parezcamos en algo.- Dijo el hombre con expresión de sorpresa.
-¡NO NOS PARECEMOS EN NADA!-
-Una lástima... Iba a perdonarte y a  tenerte de criada, por un momento me habías caído bien. Pero creo que lo mejor será seguir las órdenes que me den, seguramente me manden matarte.-
La chica miró al suelo, con expresión derrotada. Victoria vio como caían lágrimas de su rostro. Aquella chica iba a morir y estaba sufriendo por su culpa.
-Lo siento... Tranquila , saldremos de esta.-Intentó animarla Victoria.
La chica alzó un poco la cabeza.-Gracias... ¿Victoria?-
-Ese es mi nombre.-
-Yo soy Celeste.-
-Encantada. Celeste, lo siento de verdad... No quería que nadie saliese perjudicado... Gracias por ayudarnos.-
-No importa, no he hecho nada... Al final las cosas han acabado así... No tienes por qué estar agradecida.-
-Lo estoy, poca gente habría hecho lo que has hecho tú hoy.-
-¡SILENCIO, COTORRAS! Ya habéis hablado suficiente. Casi hemos llegado a nuestro destino.-
Victoria se asustó con el grito del hombre, pero era cierto, sin darse cuenta habían avanzado por el pasillo y se encontraban frente a una gran puerta de madera desgastada.
Desprendía una fuerza extraña... Maligna y aterradora, fuera lo que fuese lo que se encontraba tras esa puerta, no podía ser bueno...
Al hombre le bastó con un movimiento de su bastón para abrirlas. Se adentraron en una sala completamente oscura, la tensión era palpable y había algo que le ponía los pelos de punta a Victoria.
Tras avanzar un poco en el interior las dos cayeron sobre la vieja y sucia alfombra roja que cubría el pasillo anterior y el centro de la sala, fue un duro golpe y apenas se habían recuperado cuando las puertas se cerraron violentamente.
De repente, antorchas que había a ambos lados de la sala, se encendieron.
Victoria notó que por fin podía volver a moverse con normalidad e intentó incorporarse, al hacerlo se dio cuenta de que, al fondo de la sala, había una parte más elevada al resto y en ella había un trono.
El hombre que había sentado allí le produjo una oleada de terror, no sabía cómo, pero podía sentir que la fuerza y toda la maldad que notaba en la sala provenían de ese hombre.
Repentinamente, este se levantó.
-Bienvenida, Heredera del Poder*, por fin puedo conocerte y disfrutar de tu presencia. Buen trabajo, Lord Xelsen.-
-Ha sido un placer, mi señor.- El hombre del pelo azul oscuro, del que se acababa de descubrir el nombre, hizo una profunda reverencia.
-Veo que viene alguien más con vosotros.-
-Sí, señor. Es una joven maga entrometida. Aunque me ha resultado interesante que fuese capaz de parar uno de mis ataques...-
-Si es cierto eso deberías acabar con ella ahora o nos dará problemas en el futuro.-
-Si cree que es lo correcto, señor...- Lord Xelsen apretó los puños frustrado.- Que así sea...
-Hazlo ahora, que no pase como otras veces.-
-Solo fue una vez, mi señor y ahora es un granaliado.-
-Sí... Pero era un niño cuando lo trajiste, por eso hemos podido educarlo como es debido. Esta muchacha ya no nos será de ayuda, solo tienes que fijarte en su expresión de rabia.-
-Está bien, mi señor.- Alzó el bastón y apuntó a Celeste con él. La chica, en plena desesperación, se tapó la cabeza con los brazos y se encogió en el suelo.
-¡NOOO! ¡¡Parad!!- Sin darse cuenta, Victoria se había puesto entre Lord Xelsen y Celeste, con los brazos extendidos.-¡Dejadla! Solo me queréis a mí, ¿no? ¡Pues no le hagáis nada a ella! Si la dejáis tranquila haré todo lo que me pidáis, no opondré resistencia.-
El hombre del bastón parecía sorprendido, mientras que el otro estalló en carcajadas.
-Ingenua como tu padre y valiente como tu madre. Me encantas, lástima que debas morir. Lord Xelsen, deja a la maga, ya nos encargaremos luego de ella. Tráeme a la Heredera del Poder*.-

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