Victoria y Celeste montaban junto a un jinete de la guardia cada una, en monturas diferentes de algo a lo que llamaban “Olherrau”, unos animales grandes, rechonchos y peludos, con alas de membrana para planear entre los troncos de los árboles, tenían una cola corta, pero de esta, asombrosamente, se desplegaba otra ala de membrana mientras planeaban de un árbol a otro. Eran criaturas asombrosas y las había de muchos colores.
Victoria recordó el momento en que las había visto por primera vez, se había quedado totalmente impactada y eso que ya había contemplado cantidad de cosas extraordinarias en lo que llevaba de viaje…
-¡Chicas, tranquilas! ¡Nos vemos luego! Iremos justo detrás vuestra hacia Gran Floresta, seguramente os llevarán allí.-Las avisó Idalia.-No os pasará nada.-Sonrió.
-¡Yo quiero ir con ellas!-Le espetó, Lianndra, a uno de los guardias en la cara. Aunque al ver la seria expresión del joven ataviado con una armadura, casco y lanza incluidos, de color verde y marrón, que parecía hecha de plantas, decidió añadir algo mientras sonreía.-Por favor…-
-No es posible, lo lamento.-Recibió como respuesta. Pero la chica no se rindió y siguió intentándolo.
Pasados unos minutos, el miembro de la guardia al que Lianndra acosaba, se cansó.
-Como siga así sí que la llevaré conmigo, pero por el delito de retrasar nuestra misión y deberá esperar en una sucia celda a que la juzguen.-
Tyler tuvo que intervenir en ese momento, Victoria agradeció que lo hubiese hecho, puesto que veía a su amiga con intención de seguir la discusión y no quería verla encerrada en una celda contra su voluntad…
Tras eso, subieron tanto Celeste como ella a una montura diferente. Cada una con un guardia que llevaba las riendas.
Y así llegaron a la situación en la que estaban, saltando de un árbol a otro para llegar a Gran Floresta, que, por lo que Victoria se había enterado, era el centro y capital del bosque. El único sitio donde podían convivir las dos razas rivales del bosque, allí se llevaban todos los asuntos y decisiones importantes que había que tomar. Además, decían que era un lugar increíble que nadie que no perteneciese al bosque podía imaginar.
Aquel modo de transportarse era algo incómodo, puesto que cada salto hacía que una gran sacudida la atormentase y con los aterrizajes en las ramas o los troncos de los árboles más de lo mismo. El vuelo intermedio era distinto, era un suave y veloz planeo de árbol en árbol que permitía que la brisa acariciase su rostro. Por otro lado, le daba miedo la altura que habían alcanzado.
Estando a mitad de camino, la joven de ojos rojizos casi se cae del Olherrau* cuando este aterrizó bruscamente en una rama tras haber saltado desde un árbol lejano, por suerte, el guardia que iba con ella logró sujetarla a tiempo. Desde ese momento, Victoria no escatimó en fuerzas para agarrarse al torso de su acompañante. Este no parecía muy a gusto, pero tampoco es que pusiera muchas objeciones.
Victoria no pudo hablar con Celeste en todo el trayecto, es más, ni siquiera la había visto…
Supuso que estaría lejos de ella y, además, con tanto movimiento no podía apreciar los pequeños detalles a su alrededor. Por lo que, aunque la chica quisiera ver a su amiga, le resultaba imposible hacerlo.
Frenaron repentinamente en una ancha rama de un gran árbol. Por lo visto la cabecilla de aquel grupo de la guardia había ordenado que todos frenasen allí.
Victoria abrió los ojos lentamente y se topó con una vista asombrosa; Seguramente donde vivían Celeste e Idalia era un pueblo, porque aquello y lo que estaba viendo en esos instantes no tenían comparación. Era una enorme ciudad en los árboles que continuaba por el suelo del bosque, había un árbol gigante en el centro de todo, parecía que las casas, comercios y demás establecimientos se arremolinaban en torno a aquel árbol. Desde aquella altura Victoria tenía una increíble vista de casi todo el lugar; multitud de puentes se tendían entre un árbol y otro para cruzar por ellos y llegar a cualquier parte, las escaleras por las que subir a los árboles estaban siempre ahí y no se replegaban nunca como la de la casa de Celeste.
Del gran árbol, que podría asemejarse a un castillo, brotaban cascadas de agua en diferentes puntos, este agua llegaba al suelo y formaba pequeños ríos que cruzaban por los surcos de la tierra y abarcaban toda la parte inferior de aquella especie de ciudad en el bosque, pequeños puentes de madera se colocaban aquí y allá para que los transeúntes pudiesen cruzar a ambos lados, había mucho bullicio en la calle y Victoria se fijó en que tanto personas con las orejas tan puntiagudas como ella, como personas mitad felino se paseaban por allí como si nada, por lo que veía, era cierto que allí podían convivir en paz las dos razas. El brillo de las hojas se reflejaba en el agua dándole a todo el lugar un aspecto mágico, más mágico de lo que ya era. Por los troncos de todos los árboles, sin excepción, podían apreciarse pequeñas ventanitas de las que procedía luz, eso quería decir que estaban huecos y se podía pasear por dentro de ellos…
Maravillada ante aquella vista no se dio cuenta de lo que ocurría a su alrededor y es que los miembros de la guardia del bosque estaban desmontando y llevando a sus Olherrau* a una especie de cuadras en el interior del tronco donde habían parado y ella ni siquiera se había bajado del animal…
-Victoria, ¿qué haces?-
La chica salió de su trance al reconocer la voz de quién le había hablado.
-Celeste, este sitio… ¡Es impresionante!-Dijo con un brillo nuevo en los ojos.
Esto provocó una pequeña risita por parte de la otra chica.-¿Piensas bajar de ahí algún día?-Se burló.
Esto hizo que Victoria se avergonzase notablemente y decidiese bajar, el guardia que la había llevado en aquel animal sonreía también burlón mientras se dirigía al interior del tronco del árbol junto a su montura.
En ese momento un brazo se posó con fuerza en el hombro de Victoria.
-¿Qué tal el viaje? ¿Os habéis mareado?-La que había hablado era la líder de aquel grupo de la guardia y sonreía amplia y amistosamente pese a que antes se había dado notorios aires de superioridad. La mujer tenía el pelo verde y corto, unas gafas que servían para proteger del viento reposaban sobre su frente. Poseía unos grandes y vistosos ojos que eran color miel, además de unos carnosos labios rosados. Llevaba una armadura del mismo estilo que los demás guardias del grupo, solo que la suya era de color blanco y magenta, como algunos de los árboles mágicos de aquel bosque. Más tarde Victoria descubriría que los colores de las armaduras de los guardias servían para identificar su rango y posición.
-Ah, no, no me he mareado, pero las alturas no me gustan demasiado…-Contestó Victoria.
-¡Yo quiero montar otra vez! Estoy por unirme a la guardia del bosque solo por ello.-Hizo una pequeña pausa.-No. A tanto no llegaría.-
Esto provocó la risa de la otra mujer.
-¡Celeste!-La saludó un joven que venía de dentro del tronco de las cuadras. Su pelo era de un color azul tan claro, que casi parecía blanco. Lo tenía alborotado y sus ojos eran del mismo color. Portaba una armadura igual a la de la mujer con la que estaban hablando. Todos los guardias de aquel grupo eran Spirits.
-¡Cuánto tiempo! Oye, no hace falta que te unas a la guardia, siempre puedes echarte un novio que pertenezca a ella para que te dé paseos.-Ya estaba junto a ellas tras decir esto. Victoria se sorprendió ante esta respuesta por parte de aquel chico, seguramente fuese conocido de Celeste, pero Victoria creía que aquel comentario sobraba un poco. Miró a su amiga con extrañeza, esta le devolvió una mirada nerviosa sin saber qué decirle.
-¡¡Thaiel!!...-Su expresión cambió de nerviosa a una de seguridad.-No deberías gastarle ese tipo de bromas a la hermana de tu novia, podría contarle según que cosas y…-
-¡Idalia no es mi novia!-El chico se sonrojó.
-Pero te gusta.-Siguió insistiendo la chica con un brillo malicioso en la mirada.
-E-en fin… Yo estaba aquí para escoltaros hasta Tronco Grueso. Así que… Vamos.-
Así se despidieron de la mujer de pelo verde, que dijo llamarse Amaya, ella agregó que seguro que se veían en alguna otra ocasión.
Habían entrado por el interior del tronco, el cual había resultado tener un interior más amplio de lo que parecía, y ahora descendían por una curiosa escalera interna de caracol. Cuando casi habían llegado abajo, Victoria preguntó que adónde iban.
Celeste procedió a contestarle.-A Tronco Grueso. Así es como se llama el gran árbol del centro del bosque, es un árbol protector mágico, ¿sabes? Dicen que gracias a él la oscuridad no puede entrar en el bosque.-Sonrió.
-También decían que la muralla blanca que rodeaba la ciudadela de Rialprint era mágica y protegía del mal, sin embargo bastó una noche de doble luna llena para romper esa barrera y así… La familia real…-Agregó Thaiel entristecido.
-¡Pero el gran árbol es diferente! ¡Dicen que ni el fuego de los antiguos dragones podía quemarlo!-
-Dicen muchas cosas, Celeste, pero… ¿Cuántas son verdad? Lo que dicen, muchas veces son simples cuentos de viejas creados para que las personas puedan vivir tranquilas y sin preocupaciones. Ahora mismo estamos en “paz”, pero, ¿cuánto durará esta paz? Debemos estar preparados para lo peor y si resulta que esta chica-se giró para mirar a Victoria-acaba siendo la Heredera del Poder como dice serlo, habrá que estar mil veces más preparados para lo que se nos viene encima…-
Después del gran monólogo del chico, reinó un silencio incómodo, tenía bastante razón en lo que decía… Se aproximaban tiempos oscuros.
-Has cambiado, Thaiel…-
-A eso se le llama madurar, algo que tendréis que hacer dentro de poco.-
Celeste miró dolida hacia otro lado y así continuaron su marcha, en silencio, hasta llegar a Tronco Grueso.
Una vez allí, sus caminos se separaron, mandaron a Victoria con una joven soldado tigral que pasaba por allí y ellos dos se dirigieron en otra dirección. Celeste le aseguró que se volverían a ver y que no se preocupase por nada. Eso le proporcionó algo más de seguridad, aunque realmente no tenía ni idea de adónde la llevaba aquella mujer de piel tostada, ojos rasgados dorados y fríos, y cabello rubio por los hombros, de su cabeza asomaban dos orejitas de felino y un poco por encima de su trasero, asomaba una larga cola que no paraba de moverse inquieta… Además llevaba una armadura diferente a la de los soldados spirit, la de ella era más parecida a la “ropa” que solía llevar Niod; Una especie de protecciones hechas de corteza de árbol blanca, con alguna decoración de hojas verdes, que cubrían sus piernas, sus brazos, su torso y su pecho, iba descalza y un arco colgaba de su espalda junto a una aljaba con flechas.
Victoria pudo presentarse por cortesía y la mujer también se presentó, aunque usó un tono bastante seco, su nombre era Minyanha. Un nombre bastante curioso, aquella raza tenía a Victoria fascinada en todos los sentidos.
Como la chica veía que la soldado no iba a aportarle ninguna conversación, decidió fijarse en cada uno de los detalles de Tronco Grueso por dentro. No es que hubiese mucha decoración por aquellos pasillos… Pero la poca que había era preciosa, grabados de colores por todas las paredes de madera, grandes ventanales sin cristal que permitían ver el paisaje exterior y algún que otro candelabro en la pared con un exquisito moldeado, solo que en lugar de tener velas, sobre ellos había una especie de cristal…
Pudo apreciar las vistas de la ventana hasta que Minyanha la hizo bajar una larga y oscura escalera, allí descubrió que los cristales de los candelabros brillaban en la oscuridad. Aquello era demasiado mágico, debía preguntar el nombre de aquellos cristales, pero la mujer que la guiaba no parecía estar por la labor de hablar, así que se reservó la pregunta para otro momento y otro lugar…
Finalmente llegaron a lo que parecía un calabozo, dos guardias custodiaban la entrada a este. Todo estaba demasiado oscuro y celdas de hierro oxidado se acumulaban aquí y allá, la sala estaba llena de aquellas prisiones, aunque estas estaban casi todas vacías.
-¿D-dónde estamos?-Se apresuró a preguntar Victoria.
-En el lugar donde aguardarás a ser vista por el consejo del bosque.-Contestó bordemente mientras la empujaba para que siguiese andando.
-P-pero yo n-no… ¡No he hecho nada malo! ¿Por qué tengo que esperar aquí?-
-Es el procedimiento normal a seguir… No es lo más agradable del mundo, lo sé. Yo pasé algún que otro día aquí… Pero finalmente se acaba saliendo, te lo prometo.-Añadió una triste sonrisa al final de sus frases.
Victoria pensaba ya que aquella mujer no tenía corazón, pero pareció equivocarse con sus primeras impresiones.
La mujer cogió un farol con una piedra luminosa incorporada y la guió hasta una de las celdas, pero antes de que Victoria pudiese entrar, un gruñido en la oscuridad las alertó. Minyanha se apresuró a llamar a los guardias que esperaban en la puerta, sin embargo, mientras lo hacía, el animal que se ocultaba en la oscuridad se abalanzó rugiendo sobre Victoria.
Esta solo pudo soltar un grito ahogado antes de que la bestia la tirase al suelo y quedase a su merced.
El corazón le iba a mil, pensaba que se le iba a salir del pecho de un momento a otro, si no se le salía por aquello, la bestia que había saltado sobre ella se lo arrancaría igualmente… Pasaron los minutos y nada cambió, era extraño, ya debería estar muerta…
Abrió los ojos lentamente y observó de cerca al animal, podía sentir su fuerte y entrecortado aliento sobre el rostro. Parecía agotado, ¿qué haría allí?
-¡¿Cómo ha escapado?!-Gritó uno de los guardias.
-¡Eso da igual, hay que acabar con él!-Exclamó el otro.
Los dos prepararon sus lanzas para la batalla y Minyanha tensó velozmente la cuerda de su arco.
Victoria notó como la bestia se crispaba de repente. Sentía… sentía su miedo, su rabia por haber estado encerrado y sus ansias de libertad… No sabía cómo podía sentir aquello, pero lo hacía y sabía que aquel animal no quería hacer daño a nadie, tan solo quería libertad.
-¡¡Alto!! ¡Bajad las armas!-
Los tres soldados se miraron los unos a los otros, extrañados.
-¿Estás loca? ¡Va a matarte!-Se quejó Minyanha con preocupación.
-No va a hacerlo…-Victoria no sabía muy bien lo que hacía, aun teniendo miedo, alzó la mano despacio y acarició el hocico del animal. Este se puso nervioso e intentó alejarse, pero no lo hizo y se dejó acariciar, los ojos de ambos se cruzaron. Los ojos de aquel ser eran verde claro, con montones de motitas verde oscuro, tenían un nuevo brillo de alivio y confianza. Una nariz sonrosada pegada a un hocico se acercó al rostro de Victoria y la olfateó durante unos segundos, su enorme cabeza estaba cubierta por una larga melena blanca y sus patas delanteras poseían grandes zarpas e intercalaban varios tonos de verde. Eso era todo lo que alcanzaba a ver la chica desde su posición.
Sin que se lo esperase, el animal lamió su mejilla, aunque era un ser tan grande que podía llegar a cubrir la mitad de su rostro con la lengua.
Esto provocó que los guardias volviesen a su posición de ataque, por otro lado, Victoria comenzó a reír, descolocando por completo a los hombres armados.
-¡Me haces cosquillas!-Seguía riendo la chica mientras aquella criatura la lamía.
Fue lo que faltó para que los guardias se quedasen completamente a cuadros.
-¡Esa bestia es muy peligrosa!-Avisó uno de ellos.
-¡Tened cuidado, chica. Puede que se prepare para comeros!-Dijo el otro.
Minyanha tan solo la miró con el rostro blanco de miedo.
La criatura gruñó molesta ante los comentarios de aquellas personas y, entonces fue cuando Victoria se levantó.-Él… él no es ningún ser peligroso. Eso seguro. Solo está asustado, quiere ser libre…-
Minyanha explotó y su cola se erizó.-¡Esa bestia es la única que sobrevivió de su especie! ¡Ellos masacraron a la gente de varios de nuestros pueblos y nosotros masacramos a su especie! Pero… Él sobrevivió… ¡Al igual que yo sobreviví a aquella masacre! ¡Solo es una bestia inmunda!-
Victoria notó cómo iba creciendo la ira dentro de la criatura con cada palabra que soltaba la mujer, sabía que algo no estaba bien allí…
-¡Ni él ni su especie hicieron tal cosa, estoy segura!-
-¡NUNCA! ¡Nunca has vivido aquí, no sabes NADA!-
Victoria solo pudo callar ante tales palabras.-Yo… yo… Lo siento mucho…-
-Minyanha… Cálmate…-
-¿¡Que me calme!? ¿Estás de broma? ¡Adiós! ¡No quiero volver a ver a “esa cosa” nunca más!-Dicho esto, se fue muy enfadada por la puerta de la oscura sala. Victoria aún no sabía si con “esa cosa” se refería a ella o a aquella criatura…
El ambiente se calmó un poco tras la marcha de la mujer tigral. Con ayuda de Victoria consiguieron volver a meter a la criatura en una celda y es que ella le prometió que la sacaría de allí en cuanto pudiese.
Después de aquello la encerraron a ella en otra.
No entendía nada, cada vez era todo más confuso. Se suponía que ella podría ser la Heredera del Poder, bueno, ya lo sabía con seguridad… Pero aun así la llevaban a pasar el rato a una sucia celda en los confines de Tronco Grueso, ¿qué forma de tratar a los huéspedes era esa? Y para colmo, en aquellas celdas encontraba a una criatura con la que sentía una especie de conexión, pero a la que todos tachaban de asesina, cuando a ella le había mostrado un lado tierno y juguetón… Aquel animal podría matar a alguien si se lo propusiera, pero Victoria creía que no sería capaz de ello sin tener un motivo.
Así transcurrieron lo que a Victoria le parecieron horas allí dentro, sentada, sin ver la luz del sol, sin comer, sin beber… Cómo desearía ahora haberle dicho a Idalia que sí le apetecía tomar algo…
De repente, alguien entró. Por un momento Victoria pensó que por fin iban a por ella, pero no fue así. Traían a otra mujer, Victoria no pudo apreciar sus rasgos porque el lugar estaba demasiado oscuro. La metieron en una jaula contigua a la suya, no le dio tiempo a ver y a enterarse de más, pues cayó agotada.
Despertó cuando sintió que alguien la llamaba, se trataba de la mujer que habían traído antes allí. No sabía cuánto llevaba dormida, pero seguramente mucho tiempo…
La mujer que la llamaba quería saber su nombre y cómo podía escapar de allí.
-Me llamo Victoria Árcayan… ¿Y tú? No sé cómo salir de aquí. No llevo mucho tiempo encerrada y no he intentado escapar.-
-Entiendo… Yo soy Nadya Lanwick, encantada.-
-Igualmente.-A Victoria le sonaba aquel nombre, pero no sabía de qué y no le dio demasiado tiempo a pensarlo, finalmente habían ido a por ella.
-¿Victoria Árcayan? Ha llegado tu turno.-Dijo un chico tigral sonriendo.
No se había dado cuenta de la presencia de aquel chico porque hablaba con la otra mujer encarcelada y estaba muy cansada.
Abrieron la puerta de la celda y el joven tigral la ayudó a levantarse.
-¿Estás bien? Siento este mal trato… No se volverá a repetir. No sé qué les pasó a los guardias, pero se confundieron al traerte aquí.-
-N-no pasa nada… Lo importante es que por fin voy a salir.-
-¡Un momento! ¡Yo también exijo ser liberada!-
La expresión del chico cambió al oír aquello.
-Tú no tienes derecho a exigir nada. Eres una humana que entró al bosque sin permiso y mató a una de las criaturas que lo habitan. Serás juzgada por ello en su momento y te verás obligada a cumplir la condena que se te imponga.-
Victoria no podía creerse que aquella mujer hubiese matado a alguien… Y tampoco podía creer que la hubiesen metido en celdas junto a personas que cometiesen ese tipo de crímenes…
-¡Eso no es cierto! ¡Lo juro por lo más sagrado! ¡Juro ante la Diosa Gura que yo no tuve nada que ver con la muerte de esa chica tigral! ¡Así me abrase la luz de la Diosa si miento!-
-No pienso seguir perdiendo el tiempo con mentirosas. Hablaremos en el juicio.-Entonces el chico se dirigió a Victoria.-¡Encantado! Soy Niod, en realidad ya nos hemos visto antes.-Sonrió como si momentos antes no hubiese estado mirando asqueado a la supuesta asesina.
-Encantada… ¿Qué haces tú aquí?-
-Te lo explicaré por el camino, nos están esperando.-
Victoria suspiró y masculló algo.-Yo llevo esperando horas en esa mugrienta celda y ellos que estarán cómodamente sentados con sus bebidas frías se quejan porque me retrase…-
Niod pareció escucharla por como agitó sus orejas de felino y porque se rio tras su comentario.
Victoria solo pudo mirar avergonzada a otro lado.
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