martes, 4 de agosto de 2015

·Capítulo 12: Abrigos de piel ·

Un hombre se paró junto a ellas, llevaba un grueso abrigo de piel, un cinto de cuero, unas botas pesadas y un arco largo, en el cinto tenía un cuchillo colgado y varios perrinejos*. Uniendo eso a que era bastante alto y parecía muy fuerte...Ese hombre asustó de verdad a Victoria y Lianndra agarró el mango de su sable.
-Hola, muchachitas, yo soy Mijail Záitsev, ¿puedo ayudarros en algo?-Dijo, sorprendentemente con una sonrisa y rostro amigable.
Tenía un acento extraño, fuerte al pronunciar la r.
-N-no, muchas gracias.-Contestó Victoria, forzando una sonrisa.
-¡Sí!-Contestó a su vez, Lianndra.-¿Sabe de algún sitio caliente dónde dormir?-
-¡Lianndra, cállate!-Susurró Victoria a su amiga.
Pero solo recibió una mirada confusa de la pelirroja.
-Sí, porr supuesto que yo conozco un lugarr caliente parra dorrmirr. Mi casa.-Al decir esto, Mijail se rió a carcajadas.-Erra brroma, yo os veo serrias, ¿A vosotrras no os gustan las brromas?-
No obtuvo respuesta, las chicas estaban confusas.
-Bueno, bueno, un poco más al norrte podrréis encontrrarr Rraerren bajo. Allí hay posadas parra viajerros.-
-Pero... Es que... No tenemos dinero...-Victoria miró con tristeza el suelo nevado. Era la triste verdad, no pudo cogerle dinero de la granja a su padre, pensaba que eso estaría mal, así que salió con lo puesto.
-Pues eso es un prroblema...-El hombre se quedó pensativo.-Oh, yo tengo una idea, venid conmigo a la ciudad. Allí yo conosco a alguien, perro tenemos que darrnos prrisa, esa perrsona saldrrá al amanecerr.-
Victoria miró a Lianndra y a C, negó con la cabeza en las dos ocasiones, pero su amiga pelirroja tenía otros planes...
-Está bien, llévenos, por favor.-
La chica de pelo azul se dio con la mano en la frente y observó como C hacía un gesto parecido al de encogerse de hombros.
Se pusieron en marcha, les quedaba un trecho para llegar.

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Un chico caminaba por las calles de Raeren Bajo, con su yegua asida de las riendas.
Tenía el pelo azul oscuro y de estatura normal. Vestía ropa preparada para soportar bajas temperaturas, unas botas demasiado gastadas, una bufanda que le tapaba: Boca y nariz, unas orejeras y unas gafas protectoras con el cristal tintado de azul celeste.
Llegó a su destino, una tienda especializada en abrigos de piel, aunque también vendían otros artículos.
Amarró a su yegua en una barandilla, la acarició y entró en la tienda. Ya dentro, se bajó las orejeras y quitó las gafas, mostrando sus ojos de color naranja.
-Hola, Svetlana...-Saludó a una mujer en el mostrador.-Y Nikolay...-También saludó al hijo de la mujer.-Necesito...-
La mujer cortó la frase del muchacho.-¡Hola, Andrrew! No me digas...-La mujer lo miró de arriba a abajo.-¡Las botas! ¿Otrra ves las has rroto?-
Andrew mostró una triste sonrisa.-Sí, otra vez...-
-Uuf, bueno, tú esperra aquí, yo voy a buscarrte varias parra que elijas.-
La obedeció y se quedó allí, para matar el tiempo, se puso a mirar por la ventana. Poca gente pasó, pero de esa poca, un grupo le llamó la atención. Dos chicas sin abrigo se acercaban a la tienda, guiadas por un hombre al que conocía. Una tenía el pelo azul, al igual que él, y la otra era pelirroja.
Suerte que habían encontrado aquella tienda, unas chicas como ellas y sin la ropa adecuada no durarían ni una hora en la fría y temible montaña...

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